03 Nov
Otro año más…., llegó la terrible noche de Halloween, que da paso al Día de Todos los Santos. Como es tradición, en el centro celebramos ambos, cada uno a su manera.
La noche de Halloween, por su carácter cómico y festivo puede confundirnos, pero la auténtica noche de Brujas o de Halloween se celebraba hace más de 3000 años por los celtas, un pueblo guerrero que habitaba en Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia. Pero la celebración no fue siempre festiva y alegre, sino que se trataba de una fiesta pagana donde se practicaban ritos de carácter purificador y religioso durante toda la noche, ya que los celtas creían que la frontera entre los mundos de los vivos y de los muertos se volvía incierta en la noche antes del Año Nuevo. La noche del 31 de octubre celebraban Samhain, fecha en la cuál se creía que los espíritus de los muertos regresaban a la tierra.
Para ahuyentar a estos malos espíritus, los celtas se vestían con cabezas y pieles de animales mientras que los sacerdotes de druida realizaban sacrificios con fuego para celebrar el día de un modo más cristiano.
Hacia el siglo VIII, la Iglesia Cristiana convirtió el día 1 de noviembre en el día de Todos los Santos para rendir homenaje a todos los santos que no tuvieran un día particular de celebración. A lo largo de los años, estos dos festivales se combinaron y la mayoría llamó «All hallowmas» (la masa de todos los santos, de las personas santas) al Día de Todos los Santos. La noche anterior se conoció como «All Hallows Eve» (Víspera del Día de Todos los Santos). Con el tiempo su nombre se convirtió en Halloween.
Con la inmigración europea la tradición de la noche de Halloween se trasladó a Estados Unidos, donde empezaron a celebrar esta fiesta en pequeñas comunidades. Más tarde, se fue extendiendo por todo el planeta y cambió su sentido religioso para ser una noche de diversión infantil, donde los niños se disfrazan y piden caramelos.
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